
Foto:Polilicia METIB.impactotolima.com
La historia de un perro policía que sigue dejando huella.
Con valentía y lealtad, Sansón, un perro labrador chocolate, dedicó siete años de su vida al servicio de la Policía Nacional de Colombia, salvando vidas y enfrentando riesgos en nombre de la seguridad. Hoy, retirado y rodeado del amor de su compañero, el Patrullero Otoniel Molina, vive una nueva etapa con el, recordando el heroísmo y la profunda conexión que unió a este inseparable equipo.
Ibagué. En un conmovedor relato de valentía, dedicación y nuevos comienzos, Sansón, un perro labrador chocolate de 8 años, quien sirvió durante siete años en la Policía Nacional de Colombia, disfruta ahora de una vida tranquila y llena de cariño en compañía de su antiguo guía y compañero, el Patrullero Otoniel Molina. Luego de haber dejado el servicio activo hace más de tres meses, Sansón vive con su familia, y su historia es un testimonio de los vínculos que se forman entre los animales y sus cuidadores en el transcurso de una carrera tan significativa.
Vía:Oficina de prensa METIB. impactotolima.com
La historia de Sansón comenzó en la Escuela de Guías Caninos de Facatativá, donde fue preparado para cumplir una misión especial: ayudar en la detección de explosivos y sustancias peligrosas. Fue en este lugar donde el Patrullero Otoniel Molina y Sansón formaron una relación que se extendería más allá de lo profesional. Juntos, se convirtieron en un equipo invencible, llevando a cabo tareas cruciales para la seguridad pública. Su primera asignación fue en el Departamento del Huila, una de las regiones más importantes para las operaciones de seguridad en Colombia.
En Huila, Sansón desempeñó un papel clave en la prevención de posibles atentados y situaciones de riesgo. Durante su servicio, uno de los momentos más significativos fue cuando, con su agudo olfato, descubrió granadas cerca de la Gobernación, así como un costal con cordón detonante, elementos que podrían haber sido utilizados para fabricar un artefacto explosivo. Gracias a su trabajo, cientos de vidas se vieron protegidas. Además, Sansón participó activamente en la seguridad de diversos municipios como Pitalito, La Plata, Garzón, Campo Alegre y Algeciras, convirtiéndose en un verdadero héroe local.
Después de casi cuatro años en el Huila, su guía y Sansón fueron destinados a trabajar en la capital tolimense, donde continuaron su labor, pero ahora en la zona metropolitana, donde se enfrentaban a diferentes desafíos. Uno de los hechos más destacados durante su tiempo en Ibagué fue cuando, Sansón participó en una incautación de morteros y granadas de mortero que habían sido enviadas a través de una empresa de encomiendas, una operación de gran relevancia para la seguridad en la región.
Aunque los perros detectores de explosivos generalmente tienen un ciclo de vida útil de seis años, Sansón demostró ser una excepción. Su aguda capacidad para detectar materiales peligrosos y su constancia en el trabajo llevaron a que, tras cumplir los seis años de servicio, las autoridades decidieran otorgarle una prórroga por un año más. Esto le permitió seguir trabajando como parte del equipo hasta que finalmente, después de siete años de servicio, Sansón fue retirado de las operaciones.
Al llegar el momento de su retiro, el uniformado, quien ya había forjado un lazo emocional profundo con Sansón, decidió adoptarlo. “No fue una decisión difícil. Él no solo fue un compañero de trabajo excepcional, sino también un amigo leal. Estaba claro que, después de todo lo que vivimos juntos, quería darle un hogar y ofrecerle una vida llena de amor y bienestar”, comentó el Patrullero Otoniel Molina.
El proceso de adaptación a su nueva vida, transcurrió de manera fluida. Sansón, quien durante su tiempo de servicio estaba acostumbrado a un estilo de vida activo y disciplinado, ha encontrado en su nuevo hogar el equilibrio perfecto. Hoy, disfruta de paseos tranquilos, siestas en el sofá y la compañía constante de su familia. “Nos ha traído mucha alegría”, dice Molina. “Es un perro increíblemente inteligente, cariñoso y lleno de energía. Mi esposa y yo no podemos estar más agradecidos por tenerlo con nosotros.”
Sansón, ahora jubilado, es un recordatorio viviente de los sacrificios y el arduo trabajo de los caninos al servicio de las autoridades y la ciudadanía. Estos animales no solo realizan tareas cruciales, sino que también se ganan el afecto y la admiración de todos aquellos que comparten con ellos una parte de su vida.
El Patrullero, quien ha dedicado años a su servicio en la Policía Nacional, resalta que la relación con Sansón fue mucho más allá de una conexión profesional. “El vínculo que formamos a lo largo de los años fue único. Cuando trabajamos juntos, estábamos siempre en la misma sintonía, confiando completamente el uno en el otro. Sansón era más que un compañero canino; era un amigo que siempre estuvo allí cuando más lo necesitaba”
Hoy, Sansón se encuentra en una etapa feliz de su vida, lejos de las peligrosas situaciones que enfrentó como perro detector de explosivos, pero siempre recordado como el héroe que fue. En sus días de descanso, disfruta de lo que muchos animales de servicio sueñan: una vida tranquila, rodeado de cariño, mientras sigue dejando huella en los corazones de quienes lo conocieron.